lunes, 6 de octubre de 2008

Loco


Miro, oigo, sueño entre brumas. Camino, floto, aspiro mi memoria. En las tardes de otoño me gusta respirar. El aire es tan puro que incluso el vacío se siente sucio. Paseo por las calles sin rozar el suelo, mi cuerpo arrastra al alma como un globo de feria, fuera de sí, tan fuera.

Pero me siento lleno, inmenso, rebosante de nada, de todo. Poseo la fuerza necesaria para romper la realidad de un golpe certero. La vida me intriga tanto como para exprimirla hasta el fin. Al cruzarme con sus caras ausentes, lejanas, padezco desde rabia hasta incertidumbre. Viviendo en cáscaras vacías, con pies de trapo y polvo en las retinas. Contemplando atardeceres llenos de mentira, objetos que no existen. ¿Quiénes sois? Los que habitan en la oscuridad no temen ser deslumbrados pero se pierden el candor de la llama viva.

En las tardes de otoño me gusta meditar. Con mi antorcha asusto a la penumbra. Temo acercarlo demasiado a vuestros ojos, pues podríais cegaros. Quisiera despertaos, mostraos mi mundo, un mundo que ni yo entiendo, en el cual las contradicciones son necesarias como un pilar maestro. ¿Quién tiene el derecho?¿Quién la autoridad para discernir entre la cordura y la locura? ¿Qué son ambas salvo meras palabras creadas por una mente ya de por sí enferma? Desde la ardiente oscuridad me acusáis de blasfemo, teméis mis acciones, me miráis con desprecio. Al menos yo dejé de confiar en mis sentidos tiempo atrás. Nada existe hasta que es observado, mundo de espectros; todo existe hasta que es corrompido por la consciencia.
Nada tiene sentido salvo la nada, pero no me hagáis caso. ¿Lo creo yo? Soy un perturbado, un loco, tan loco que se encuentra en el límite de la cordura, un personaje socialmente perdido... que busca encontrarse.

No hay comentarios:

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.