viernes, 24 de octubre de 2008

Fractal


No sé por qué a veces me siento inclinado a pensar, más bien masticar, ideas que de por sí son lo suficientemente obvias para considerarlas estúpidas. Que no somos nadie, que nada tiene sentido, que hay que vivir la vida con intensidad. Son olas que arremeten contra nuestra estabilidad cuando caemos presos en las garras de la rutina. Y todo tiene sentido, al menos entonces. La realidad cambia, tu mirada penetra en los objetos, te ríes del aire como un esquizofrénico en un momento de claridad. Entonces, sólo entonces notas, profundizas, escuchas la canción que te gusta, u otra que te apetezca y recoges, aprehendes su sentido más profundo. De repente, con un shock, entiendes. Sus frases te enseñan otra experiencia, te cuentan otra historia que permanecía flotando entre las cuerdas de una guitarra. Y tú te sientes indefenso, porque te ves reflejado, en la más grande libertad, como el vértigo que se siente en medio del mar. Y allí, sin apoyarte en nada ves que todos tus horizontes están abiertos, el mundo no tiene fronteras para tí, y es por eso que no te atreves a moverte, más que nada porque si te declinas hacia un objetivo caerá una losa sobre tu libertad. Por eso sigues callado, pensativo, tumbado en la cama mientras el cigarro se consume entre tus dedos. Pero no tienes la culpa, salvo tu predestinación por meditar en exceso.
Te atreves a hacer lo que nadie ha hecho, innovar, pero nada te agrada. Una mente indómita que vaga por mundos psicodélicos, pero no hay nadie detrás, tan solo una nota sostenida en un pentagrama oscilante. Las identidades danzan y te ves a través de los ojos de un extraño, que te vigila sin comprender mientras que tu observas el horizonte con agujeros negros por ojos.
Miremos más que somos padres del porvenir que hijos de nuestro pasado, una voz grita desde un muelle cableado, desde un interior. A la vez, agito las espirales que la cucharilla crea sobre el café. El caos, según parece, existe más allá de lo que no resulta. Da la casualidad que colocas mal unos dedos, un acorde equivocado y surge poderosa una melodía que evoca a personas que se perdieron por el camino, olvidadas quizás por el bien de ambos, por la continuación sin interferencias de dos mundos distintos, multiformes. Y se convierte en algo especial para ti, lo repites y tiemblas, puede que con algo de sonrojo acto seguido.
Entonces sabes que has dado con algo importante, tanto como para zambullirte en un gas de colores emergentes, que descubres y sientes. Aun así, a veces me olvido de mi mismo, de los demás, del mundo y vuelvo a la rutina como un perro apaleado buscando el perdón de su dueño, por costumbre y por miedo al vacio. Intentando volver para experimentar de nuevo y con fuerza la rotura y violenta emancipación de lo cotidiano. Porque lo necesito, ambas cosas, las necesito, en su justa medida, pero las necesito.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Será que últimamente lo cotidiano me desborda, que necesito luchar, gritar y transformar. Que siento que no estoy en mi sitio, pero no me imagino cuál puede ser mi sitio. Que últimamente me hablo poco, que me conformo y eso me horroriza.
No sé por qué será, pero el caso es que me encantó tu texto, Pablo. Ya ves.

"Morir como Icaro vale más que vivir sin haber intentado volar nunca, aunque fuese con alas de cera. Sube, pues, para que te broten alas, que deseando volar te brotarán."

Y lo triste es que en ocasiones lo olvido...

Faeriel dijo...

Hay dias duros, pero, se alargen mucho o poco, acaban muriendo y renaciendo en tiempos mejores. También pasa al contrario, pero hay que ser optimista.
Animo entonces. Un buen consejo que me dieron una vez es:
"el sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño".

Esto yo también lo olvido a veces

alvaroprieto dijo...

Otra de esas tardes, mi querido amigo pablo, en las que, aturdido por la pesadez de una tarde aburrida, me pongo a fisgar por la mirilla de tu blog, donde, no me preguntes por qué, siempre encuentro algun parrafo, alguna palabra, que me hace pensar, me anima, o simplemente me distrae y me aleja, por un momento, de la contidianidad, de la monotonia...

Faeriel dijo...

Alegrome pues, amigo alvaro
Sigue visitandome cuando te plazca, que las puertas estan abiertas

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.