El placer de un futuro imprevisible, el gusto de una indeterminación constante.
La agonía de un destino que nos llega a cuentagotas.
Pero querer descubrir tan pronto no es recomendable.
Mientras tanto, anclados en un presente cada vez más interesante y extraño vemos cómo ese fluir continuo de instantes nos cala con su peculiaridad.
Es bueno mirar hacia ellos y sonreír. Ya que no se pueden controlar lo mejor es disfrutarlos, ¿no?
Porque no volverán y no sabemos qué nos traen. ¿Querríais saberlo?
Yo no quiero estropearlo conociendo el final, eso le quitaría la emoción de lo desconocido.
Y esa emoción es la que me hace sentirme vivo.
Porque estoy vivo. Y lo noto.
Y tú...¿qué?
sábado, 27 de septiembre de 2008
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